Agosto 2020


YO QUE de adolescente quería escribir la Eneida de los vascos, y más tarde la Eneida contra los vascos, y aún después la Eneida contra todas las Eneidas, pasando de troyano a aqueo y luego a luftmensch hasta exiliarme a mi Santa Helena particular, siempre cegado por los relatos grandes y los gestos miguelangescos, poco a poco voy resignándome a ser un pequeño grafitero en los cubos de basura, un esqueje-bonsái de moralista francés en Madrid. Y aunque algunos piensen que el cubo de basura no es un soporte lo bastante noble para escribir, tengo que confesar algo: aunque he pintado ya 1800, en ninguno encontré tanta basura como encuentro a veces dentro de mí.