Noviembre 2021


PARA VIDA la mía. No he pegado golpe desde que salí de Lauros. Mis profesores, mis curas, mis monjas, mi familia… alucinarían si supieran que no hice caso a ninguna de sus llamadas a disciplinarme y encima tuve la razón. Desde hace dos semanas he descubierto los audiolibros y se me hacen cortos los ocho kilómetros que camino desde el trabajo a mi piso Maracaná, por lo que sigo caminando hasta Usera o Islazul. Qué milagro es la lectura, cómo estoy salvando mi vida gracias a ella, de qué forma los libros se han convertido en el último clavo que me mantiene dentro, pues es mi interés nunca menguante por leerlo todo la prueba de mi amor por esta existencia, un amor que aborrece los límites: yo no podía restringirme a mi lugar y mi época, yo necesitaba amar más


Marzo 2021


A VECES creo que estoy entrando en la madurez, me refiero en la cobardía, pero otras no tanto. Ayer, por ejemplo, me planté en el día uno del mes sin un euro, como suelo, y la nómina todavía sin cobrar. Esto no suele ser para mí un problema, porque suelo hacer a pie los ocho kilómetros que me separan del trabajo y, por otra parte, en Maracaná tengo comida de sobra como para resistir un mes, lo mismo para mí que para mis tres gatos, pero ayer me visitó un imprevisto.

Sucedió que me vi inmerso en una tormenta de frío, lluvia y viento por la mañana, al salir del trabajo. Lo ideal hubiera sido coger el metro, pero ya os digo que me quedaban cero euros, cuando digo cero me refiero a cero. Así que me comí la borrasca enterita al menos hasta Paseo de Pontones, cuando remitió bastante y pude llegar a Maracaná oyendo el plof plof plof que hacían mis zapatillas llenas de agua.

Sin embargo, no hay momento estoico que no conlleve algo hedónico. Yo soy un ser erótico; a cualquier hora del día estoy erotizado; de las cien capas de mi cebolla 99 pertenecen a mis neurosis sexuales. Tengo, sin embargo, diversas intensidades: la intensidad máxima la alcanzo cuando llueve y me mojo. No me ha pasado nunca, cuando cojo una gran chupa, que no me ponga al segundo a pensar en mis doscientas o trescientas chicas favoritas (tampoco os hagáis una imagen mujeriega de mí, soy la mínima cantidad de hombre que puede haber en un hombre, me enamoro de todas pero solo de lejos).

Y ayer, mientras pensaba en una de la cual no voy a decir el nombre, porque no es famosa, y rodaba en mi imaginación una pequeña película con ella, se me ocurrió la anti-Sherezade: esta chica me pedía que le leyera un poema mío, pero todos le parecían malos. Sin embargo, no me permitía que los guardara: siempre me pedía otro.

—No, ese también ha sido muy malo, léeme otro.

Así conseguía ligármela de una de las maneras más bonitas que pueden existir, pues a ella le gustaba yo, no mis poemas, pero deseaba que siguiera leyendo uno tras otro porque así me retenía. Creo que de mis pelis eróticas (a veces creo que el 80% de mi escritor procede de las pelis eróticas que me monto desde los diez años con las chicas que me gustan) esta es una de mis mejores, porque además a mí me sucede lo mismo que a la chica protagonista: si te gusta alguien, ya puede hablarte de la alimentación del murciélago común que no te aburres nunca, lo de que la inteligencia y “el interior” son importantes en el amor es una pantontería que se han inventado los seres coñazo de mi estilo.

De este modo hice los tres últimos kilómetros hasta Maracaná, emocionadísimo de mi película, deseando llegar para masturbarme, con la chica riéndose y poniéndose cada vez más cachonda con cada nuevo poema malo que le leía, que hasta lo hubiera arruinado todo si le hubiera leído como mío uno bueno de Plath o Neruda.

Así que ya sabéis la moraleja de este sueño erótico propiciado por la lluvia a su vez propiciada por no tener un euro para entrar en el metro: ¡No huyáis de la lluvia, no tengáis dinero y, sobre todo, no tiréis nunca los poemas malos, pues tienen unas posibilidades eróticas que no han sido exploradas!!


Octubre 2021


CUANTO MENOS creo en el libre albedrío mejor persona me vuelvo, menos plomaza, más inocua, dentro de la idea cada vez más arraigada en mí de que el idiota en el sentido griego del término, idiota como alguien que no participa en los asuntos de la comunidad, es la persona de verdad benefactora, porque nunca trata de colonizar las mentes de otros y causa el mínimo daño al planeta en el que ha nacido por casualidad. Mientras creía en el libre albedrío al ciento por ciento fui una fanática con el dedo índice muy rígido: tú abertzale debes dejar de ser abertzale, tú facha debes dejar de ser facha, tú racista pégate un tiro, tú homófobo tírate por un barranco, etc. No digo que me haya curado del todo y no conserve aún algunas toneladas de intransigencias en mis silos, pero ya no soy la de antes. Desde hace un tiempo me respondo con mucho realismo a estas preguntas: ¿y si hubiera nacido yo en una familia de militares? ¿Y si hubiera nacido en la Alemania nazi? ¿Y si en el patriciado romano? La falta de sentido histórico, el olvido del contexto socio-terrenal y la creencia ciega en el libre albedrío son los puntos débiles de gran parte del pensamiento utópico, por eso a veces hay que hacer autocrítica. Si yo hubiera nacido en una tribu de caníbales…, no me hago ilusiones, seguro que yo sería de las que se come los trozos más tiernos de niños sin hacer la comunión, con lo ansiosa y tragantúa que soy…


Octubre 2021


¿LIBRE ALBEDRÍO yo? ¡Pero si yo era tal como soy desde los cuatro años! Lo mío se explica fácil: único varón entre tres hermanas, no pude jugar con ellas en una sociedad tan rural y machista, y como en los caseríos cercanos el niño con la edad más próxima a la mía contaba con nueve años más, me condené a la soledad y a un mundo de ensoñación. Cuando a los cinco años me mandan al colegio de Larrondo, las monjas se quedan sorprendidas de mi estado salvaje y, como descubren que soy un revientaclases, tratan de librarse de mí echándome de ellas: yo he estado más tiempo castigado en el pasillo que sentado en un pupitre. Este lavarse las manos de mis profesores no duró solo hasta el fin de la EGB sino de COU; hasta hubo una profesora de filosofía que, en tercero de BUP y “bajo su responsabilidad”, pidió y consiguió en las tutorías que se eximiera “al alumno Basterrechea” de acudir a sus clases, porque estaba segura de que iba a aprobar de todas formas y así se ahorraba las consecuencias de un terremoto como yo.

¿Quién es la única persona en mi vida que ha tratado de enseñarme un manojo de noes, pues nada más que eso es la educación y la socialización? ¡Mi madre, naturalmente! Pero como estaba sola en el esfuerzo y sus métodos eran a hostia limpia, no consiguió más que forjar un boomerang: la persona que más he odiado en la vida es mi madre; la he odiado tanto que aún hoy, en Madrid, mi pesadilla recurrente es que regresa para cumplir su tarea inconclusa de enseñarme noes, pues ella me conoce mejor que nadie y sabe que lo que a mí me pasa es que soy un ser sin socializar. Cómo será de mayúscula esa falta de socialización que yo, cuando llega la muerte de mi padre, que es uno de los dos únicos acontecimientos que me han sucedido en la vida (el otro es Iratxe), reacciono contra la existencia en sí, contra la misma existencia en sí, la muerte de mi padre es el primer NO que me estalla en la cara, ¡un NO gigante a una persona que se niega a aprender noes, que fía toda su respiración a declararles la guerra!

Octubre 2019


SI TUVIERA delante al genio de la lámpara, pensé hace poco, le pediría una chica y otro 15M, porque para escribir bien, aparte de la tensión que aporta uno, se necesita la tensión política de la época y la tensión culebreante del amor.

Pero pronto me dije, Batania, ¿te estás escuchando? ¿Estás diciendo de verdad que quieres una chica no para ser feliz y hacerla feliz a ella, sino para escribir mejor? ¿Que quieres otro 15M no para hacer una sociedad más justa, sino para escribir mejor?

A este nivel de bajeza me está llevando mi ambición en la literatura.

El día que me roben el ego ni siquiera voy a poder subir las escaleras.


Agosto 2017


Compré ayer cinco melones de dos kilos en el mercado de Coimbra y en solo 30 horas me he comido cuatro, ¡ocho kilos de melón!

Debo de padecer la solitaria de las frutas: soy incapaz de refrenar el impulso de comer cantidades ingentes de ellas, lo mismo melones que naranjas o mandarinas o fresas o cerezas o manzanas o peras o paraguayos o kiwis o nectarinas o albaricoques, dependiendo de la época. Mi imposibilidad de contenerme hace que no me explique tampoco la contención de los demás: recuerdo como un suceso divertido de mi infancia una comida en Erandio, cuando una prima mía partió una manzana en dos y nos dijo:

—Esta mitad me la como ahora y la otra la dejo para la noche, que una manzana entera llena demasiado. 

¿Comerse una manzana entera llena demasiado? ¿Estás vacilando? ¿Dónde está la cámara oculta? ¡Si a mí me es imposible comer de una sentada menos de tres o cuatro!


Enero 2022


LO MEJOR de una edad como la mía, donde ya voy comprendiendo que no voy a cumplir mi sueño de ser Spiderman pero por fortuna tampoco voy a convertirme en una persona de provecho, es que estoy empezando a mirar mis errores con distancia, sonriente, muy divertida de mi galimatías andante, incluso en lo que respecta a la literatura. Recuerdo que cuando llegué a Madrid me flagelaba mucho los días en que no escribía una sola línea, pero ahora, en cambio, hasta me vacilo mucho cuando no lo hago: oh, no, Vanessa, cómo que no escribiste nada, eso es imperdonable. Si además ya sabes que casi nadie escribe. Que hay pocos libros. Oh, sí, haces muuuucha falta.

Diciembre 2022


EN MI colegio de Larrondo nos dio clases en 1º o 2º de EGB una monja, la hermana Gloria, que cada vez que se enfadaba o fingía que se enfadaba con nosotros nos espetaba:

—¡Que sea la antepenúltima vez que me hacéis esto!

Decía la antepenúltima, con lo que todavía nos quedaban dos oportunidades más de fallar, o la penúltima, con lo que nos quedaba una sola: creo que en todo el curso solo dijo en una o dos ocasiones “que sea la última vez” para trasladarnos que se había puesto seria de verdad. Con el tiempo me he quedado admirada de la sabiduría de aquella monja, pues se tiene la idea de que el profesor debe imponer su autoridad, de que no debe permitir que los alumnos “se le suban a las barbas”, pero la hermana Gloria, sin embargo, consciente de que nuestros seis o siete años no merecían tales rigores, nos venía a decir algo así como esto: “Sé que sois revoltosos y rebeldes y quiero que lo sigáis siendo, pero vamos a aprender un poco de respeto y convivencia también, poco a poco, a la velocidad que vosotros queráis, y ya veréis que no es tan malo”.


Julio 2018


LO QUE me pasa con las nectarinas es que las confundo con la bebida: yo no sufro hambre sino sed de nectarinas, de modo que a veces me sucede lo de hoy, que me levanto de la cama un poco sediento y salgo a la carrera hacia una frutería, pues necesito esa droga que ni siquiera me trago, yo las nectarinas me las bebo.

Octubre 2021


COMO MI vista disminuye y cada vez leo más en formato epub, esta mañana he salido a comprar otro lector electrónico para utilizarlo en Maracaná, aparte del BQ Cervantes que uso en el trabajo. He ido a una tienda… y el dependiente me ha dicho que los BQ Cervantes ya no se fabrican. Al instante he contraatacado:

—¿No tienen al menos el SPC Dickens?

Pasar de Cervantes a Dickens es descender, desde luego, pero aún estoy en planeta Gran Escritor. Sin embargo, tampoco tenían a Dickens y, como soy una urgencias, de capricho tengo y capricho quiero, al final me he comprado un miserable Kobo. ¡Un Kobo

En lugar de ponerles nombres de escritores, Plath, Rimbaud, Pizarnik, Catulo, Quevedo, Sexton, Mishima, qué sé yo, los fabricantes de estos cacharros les ponen porquerías de nombres como Kobo, Kindle, Woxter, Tagus y por ahí, con apellidos igual de muermos, que apestan a frío geométrico. ¿Cómo no vas a leer más a gusto en un Monterroso, si lo hubiera, que en un PocketBook? Llevo cinco años con mi BQ Cervantes y no me ha fallado ni una vez, ni una. ¿A ti te ha fallado alguna vez Cervantes cuando leías el Quijote

Pues eso.

Enero 2022


UNA PIEDRA más del aislamiento es mi manera de caminar, que es casi como hacer marcha: vaya con la persona que vaya, siempre tengo que ralentizar mi velocidad. Eso despierta mi impaciencia con los demás, la primera impaciencia...


Septiembre 2021


RESOLVER LA tristeza es para mí tan fácil como salir de un lugar cerrado y adentrarme en el aire libre. Cuando esto sucede y me doy cuenta de lo fácil que es vivir, me suele venir a la cabeza mi viejo proyecto de fundar una religión personal para agradecer la existencia de la existencia, valga la rebuznancia. Una religión sin sucias recompensas ultraterrenas, naturalmente, y por tanto sin peligro de que sea abrazada por otras personas, solo celebratoria, afirmativa y alegre, con mi ser diluido en la naturaleza.


Marzo 2021


SÉ QUE la muerte es mala y trata de hacer daño. Por eso a mí me deja para más tarde porque sabe que si me llevara ahora no habría nadie para llorarme.


Enero 2024


IMPOSIBLE IMAGINAR una vida más muerta que la mía. A veces creo que sigo haciendo pintadas solo por eso, para que me suban la adrenalina y me conserven un yo heroico y antisocial: son pintadas de un cadáver que intenta regresar...

Mayo 2019


COMPRÉ CEREZAS en el mercado de Coimbra. La cereza es el Taj Mahal de las frutas, el Rolls-Royce de los sabores, la canica que salió del agujero y se volvió comestible. El único problema de mi cerezadependencia es que coincide con la temporada de mi fresadependencia, por lo que mayo y junio son los dos meses en los que más tiempo paso en el baño, castigado por mis atracones sin airbag. Hasta como poeta tengo problemas para distinguir entre estas dos bellezas de frutas, en realidad tan distintas, por lo que os ruego que, la próxima vez que me veáis escribir sobre fresas en la nieve o cerezas en una pista de hielo, me deis con un buen palo en la cabeza. De avellano, el palo.


Mayo 2019


¿POR QUÉ estaba tan contenta ayer por la tarde? Porque en la frutería me encontré albaricoques por primera vez en la temporada, que sumados a los primeros melones y que estamos en pleno mes de fresas, hacen que me apetezca sonreír. Así de fácil es vivir para un ser líquido como yo: mi optimismo natural procede de mi frutero.

Agosto 2018


CÓMO SERÁ de antisocial mi relación con los vecinos, que María me dijo que ella, cuando me conoció en mi antiguo piso de Noviciado, pensó que resultaba muy sospechoso un tipo tan raro y tan solitario como yo, y, especulando por mi apellido con que quizá fuera un etarra (en aquel tiempo ETA aún mataba), apuntó en un papel el nombre y apellido que encontró en mi buzón y buscó de inmediato en Google… hasta dar con toda mi bufonería de frases, blogs y pintadas.


Agosto 2020


INCREÍBLES MIS oídos, mis superoídos. Desde que cogí el coronavirus siento que se han multiplicado por diez, tanto que por primera vez en mi vida me he tenido que comprar tapones de cera porque de lo contrario no duermo. Supongo que no es que mis oídos hayan mejorado sino que se habrán mantenido intactos dentro de un cerebro que ha empeorado, pero mi sensación es la de que me he convertido en un indio comanche, si es que John Wayne no me mintió y era cierto que los indios comanches tenían el oído muy desarrollado.

Octubre 2021


QUE ACABARÉ suicidándome es seguro, si bien no ahora, sino cuando sienta una decadencia mental muy penosa. Será además mi justo castigo ante la intolerancia que me han causado siempre los suicidas, que para mí son como el Anticristo, seres que no soy capaz de explicarme, salvo que eyaculen sus instintos suicidas a distancia, en libros a lo Plath o Cioran o Pizarnik, en cuyo caso sí que me gustan. Hasta nueve personas en Madrid (siete hombres, para que luego digan que las mujeres son las autodestructivas, si bien en mi etapa social me moví en círculos literarios donde la división hombre/mujer no funciona) me han dicho alguna vez que querían suicidarse, y mi respuesta ante estas nueve confesiones fue siempre la de huir o salirme por la tangente, pues desconozco cómo hay que comportarse ante un posible suicida y temo incluso que me meta en sus espirales. También creo que los alegres no somos tan sensitivos o empáticos; hay algo en la alegría que apesta a dictadura de las emociones; el alegre da por hecho que ocupa el lugar correcto.

Marzo 2021


LO ÚNICO bueno de haber perdido tanta memoria a causa del coronavirus es que ya no compro libros, lo que no me hacía ninguna falta porque tengo más de 12.000, pero la verdadera razón de que no los compre radica en que antes me sabía de memoria mi biblioteca, de tanto vanidosear de mí misma al mirarla, y ahora desconozco al menos un 30% o 40% de ellos, por lo que vivo en sorpresa continua, todo se me hace novedad. Esta semana, por ejemplo, he descubierto que tengo las Vidas de Vasari en un libro antiguo de la Editorial Éxito, y los Principia matematica de Newton en la editorial Altaya, y también tengo la Antología de maravillas y curiosidades de Noel Clarasó, obra que pretendía de forma estúpida, pues ya la tenía, y también he descubierto que tengo muchos libros de Robert D. Klapan que desconocía y ¡ojo! ¡ojo!, un montón de biografías de mujeres de la editorial G.P., como la de Sissi, Eva Lavallière, Bernardita de Lourdes, Sor Patrocinio, La Fornarina, Sarah Bernhardt, la Bella Otero, Madame Recamier, Mariana Pineda, Madame de Maintenon o Maria Walewska. Lo que me voy a ahorrar en libros hasta que no vuelva a tener mi biblioteca metida en la cabeza con la misma seguridad de antes.


Agosto 2021


SI FUERA cierto que ingerir frutas y verduras crea personas buenas y pacíficas, yo tendría que ser San Francisco, porque el 80% de lo que entra a mi estómago es lechuga, tomate, pepino, cebolla, naranjas, melones y nectarinas. Siento dependencia por ellas incluso cuando estoy en la cama, tanta que muchas veces me levanto para hacerme una ensalada o comer algunas piezas de fruta. Digo comer pero debería decir devorar: ayer me compré mis dos primeros melones de la temporada y el primero de ellos me lo tragué enterito nada más llegar a casa.

Julio 2019


ESO QUE hice hace cinco años con uno de mis gatos, lo de cambiarle el nombre original de Breton por Broma, quizá no fuera muy adecuado, pero la culpa del cambio la tuvo la analfabetada de Madrid, de por sí ingente, que comenzó a mirarme como si yo fuera la peor persona del mundo:

—¿Cómo le has podido poner ese nombre a un gato? ¡Si serás mala!

Parece que existe un tipo en España con apellido Bretón (con tilde), que debió de ser un asesino en serie o un violador de niñas, ya no recuerdo bien. Yo no tenía ni idea, porque desde hace diecisiete años que no tengo televisión y ya no me entero de las truculencias tipo niñas de Alcasser de las que antes me enteraba. El caso es que me influyó tanto que varias personas me miraran con cara de "este no debe ser muy buena persona si llama así a su pobre gato", que al final le cambié el nombre y le puse Broma, un nombre por cierto del que no me arrepiento, porque mi gato es una broma infinita.

Sobra decir a los que leéis este blog que le puse ese primer nombre en honor a André Breton, jefazo surrealista y gran admiración neorrabiossa, pero tú vete por Madrid preguntando a la gente quién es Breton y ya veréis el susto que os lleváis. Como para andar pensando en la gloria literaria, cuando cualquier violador o asesino se hace más famoso que uno de los autores más importantes del siglo XX.


Julio 2017


SÉ MUY bien que no voy a ser libre, lo que se dice de verdad un ser libre, mientras no deje de masturbarme cada día en las cantidades en que lo hago, mientras no le ponga freno a este tigre que es también un búfalo que es también un tiburón que es también un lobo que no me suelta no me deja no me desata no me perdona.


Abril 2021


LO MEJOR de caminar tantos kilómetros como estoy caminando desde hace tres meses es que aprendes un poco de constancia, eso tan alejado de mis pulsos naturales. Me suele suceder que el primero de los quince o veinte kilómetros que hago al día es el peor de todos, me duele la espalda, parece que me da lumbago, no acomodo bien las plantas de los pies...; y tampoco el segundo kilómetro es muy bueno, cuántas incomodidades, mejor sería que parara, encima no controlo muy bien mi respiración...; pero en el tercer kilómetro empiezo a calentar un poco, parece que las molestias menguan, mejor será que siga...; durante el cuarto ese bienestar continúa, me olvido un poco del camino, empiezo a pensar en libros... y a partir del quinto kilómetro la vida es maravillosa y nada puede pasarme y mi cuerpo es un puto Lamborghini.


Septiembre 2019


YO TENÍA que haber sido profesor. Un ser tan infantil y egobobo como yo, con el saco de anécdotas a lo Diógenes Laercio que manejo, y con la pasión que le dedico a cualquier cosa que no sea trabajo físico, habría sido un profesor estupendo. Y además tengo sentido del humor: cada vez que me han invitado a un colegio para dar una charla, los niños se mueren de la risa, a veces conmigo y a veces de mí. Por otra parte, como profesor no me comportaría como en este blog, ¿eh? Yo, si tuviera que dar esa deplorable asignatura llamada literatura española contemporánea (deplorable porque solo se debería dar literatura), entraría en el aula y diría:

—Esta semana vamos a leer a Federico García Lorca. Por tanto, durante esta semana quiero que Lorca sea vuestra novia, vuestro novio, vuestro padre y vuestra madre, ¡quiero que solo penséis en Lorca y solo soñéis con Lorca, el poeta más grande de este idioma y de cualquier idioma!

A la siguiente semana leeríamos a Aleixandre y les diría que no, que en realidad es Aleixandre el mejor poeta jamás visto, y así con todos. Solo haría una excepción con los alumnos muy interesados en la literatura, de esos que te visitan hasta en el despacho; con esos sí que me quitaría la máscara y les contaría mi verdad: que Lorca es al 80% su leyenda, Alberti un poeta menor, Machado un búho diurno, Guillén, Salinas y Aleixandre poetas de laboratorio, JRJ un cursilindo, Baroja no sabe escribir, Valle-Inclán hace repostería, Azorín no es escritor, a Ortega y Unamuno los sostiene el tinglado patria y, en definitiva, que desde finales del siglo XVII los mejores escritores están en otros países y tampoco pasa nada, porque para leerlos no se necesita ir hasta el lugar donde vivieron, sino que basta con dar unos pasos en la biblioteca.