Febrero 2018


RECUERDO QUE de pequeño, cada vez que los mayores me hablaban con voz de niño, es que todo iba bien. Si me hablaban con voz de adulto, en cambio, es que había hecho algo malo o que me querían decir algo en serio: que era importante ser Basterretxea (me da asco ese apellido, lo he borrado para siempre), que era importante ser vasco (me aburre mucho esa gente, por mí como si desaparecen), que era importante ser muy trabajador (ojalá no diera golpe nunca, viva la pereza), que era importante decir la verdad.

Que me recomendaran decir la verdad quizá fuera un buen consejo, eso sí. Pero el problema que me ha surgido a medida que he ido recuperando la complejidad, aquella que me denegaron en mi niñez, es que no sé muy bien cuál es mi verdad. Cuál de las muchas que me surgen en cada momento, algunas de ellas contradictorias, es ella...