SOY DE los que va al médico como quien va a la guerra. Se piensan médicos y enfermeros que los pacientes debemos desnudarnos y dejar tranquilamente que nos toquen el cuerpo, pero conmigo eso no es tan fácil. Cómo serán las hazañas que he protagonizado en las consultas (aunque no tantas, porque casi nunca he estado enfermo), que un médico de Lavapiés me dijo:
–Oye… ¿tú no habrás coincidido de pequeño con algún cura cabrón?
–¿Cómo?
–Es que en treinta años que llevo de médico, me he encontrado cuatro o cinco casos como el tuyo, de los que os ponéis agresivos en cuanto os tocan, y suelen ser casos de personas que han sufrido abusos sexuales en su infancia.
Pues no. Yo no he sufrido abusos sexuales en mi infancia, pero me comporto así y nunca le he encontrado solución. Está en mi ADN. A veces le pregunto a mi cuerpo por qué siente tanto rechazo al contacto físico, pero siempre se encoge de hombros.