SIEMPRE QUE duermo catorce o quince horas seguidas como hoy, me levanto como una Mafalda negativa y pienso sin duda que el mundo ha mejorado: el mundo tiene que haber mejorado en las quince horas que ha pasado sin m铆.
Y lo que podr铆a mejorar si los otros 7000 millones que se parecen a m铆 hicieran lo mismo, si la humanidad se convirtiera en una inmensa cama, pues ya han repetido muchos sabios que todos los problemas proceden de salir de ella.