Agosto 2017


Compr茅 ayer cinco melones de dos kilos en el mercado de Coimbra y en solo 30 horas me he comido cuatro, ¡ocho kilos de mel贸n!

Debo de padecer la solitaria de las frutas: soy incapaz de refrenar el impulso de comer cantidades ingentes de ellas, lo mismo melones que naranjas o mandarinas o fresas o cerezas o manzanas o peras o paraguayos o kiwis o nectarinas o albaricoques, dependiendo de la 茅poca. Mi imposibilidad de contenerme hace que no me explique tampoco la contenci贸n de los dem谩s: recuerdo como un suceso divertido de mi infancia una comida en Erandio, cuando una prima m铆a parti贸 una manzana en dos y nos dijo:

—Esta mitad me la como ahora y la otra la dejo para la noche, que una manzana entera llena demasiado. 

¿Comerse una manzana entera llena demasiado? ¿Est谩s vacilando? ¿D贸nde est谩 la c谩mara oculta? ¡Si a m铆 me es imposible comer de una sentada menos de tres o cuatro!