A VECES pienso que el sorpasso ya se ha producido y es inútil negarlo, que Rihanna y Beyoncé ya me gustan más que Jennifer Lopez y además son mejores cantantes, pero siempre que tengo este pensamiento surgen dentro de mí, como bombera de mí misma, los pensamientos contrarios: ¿cómo has podido pensar eso? ¿Acaso tienes derecho a pensarlo? ¡Jennifer Lopez siempre será la primera y alrededor de ella nunca habrá más que agua por todas partes! Otro tanto me sucede con Victor Hugo: desde hace años noto que este escritor abusa de la retórica y no baja el tono y se repite de continuo, pero, ¿cómo voy a apartarme de Victor Hugo, si es mi lectura de teta? ¿Acaso habría sido escritora de no ser por Los miserables? Él fue el primero que me puso la carne de gallina, el primero que me despertó los deseos de emulación, el maestro decisivo que me hacía levantar la cabeza de su libro y pensar: “Algún día me iré de Lauros y me pondré a escribir barbaridades”.