Abril 2022


MENOS MAL que no he tenido hijos, porque solo pensar que profesores vascos o españoles o fantalemanes me los van a secuestrar para iniciarlos en el folclore de mierda, en la lectura de escritores de segunda, en la adhesión a una historia de crímenes o en la celebración onfaloscópica de deportistas dopados, hace que se me llene la sangre de pirañas. Claro que podría enseñarles yo, pero quizá el remedio fuera peor que la enfermedad, porque yo trataría de darles una educación que les evitara las neurosis de sexo, género, religión o territorio que me ha generado la educación que recibí yo, por lo que les conduciría de forma inevitable contra la sociedad, les convertiría en unos raros y colgados como yo. Tener un hijo es una decisión que siempre me ha superado, quizá porque procedo de una familia desestructurada, una no familia. Cada vez que pienso que mi madre, una histérica con alma policial, tuvo cuatro hijos con mi padre, un borrachuzo irresponsable, me prometo no incurrir jamás en errores de ese tamaño: uno tiene derecho a cometer los errores que quiera, pero no a que sus errores afecten a personas inocentes. La gente tiene hijos sin pensarlo mucho y quizá sea esa la única manera de tenerlos, porque si lo piensas…