TENGO ACUMULADA tanta comida en Maracaná que sería capaz de resistir 150 días en caso de hecatombe nuclear. Las acumulaciones las hago sobre todo con los envases de comida precocinada marca Carretilla, que suelen poner a un euro de vez en cuando en el Ahorra Más. Cómo será el acaparamiento que hago de estos productos cuando están en oferta, que una cajera me dijo una vez:
—Perdone, señorita, pero no se puede comprar para reventa.
—No es para reventa —le respondí—, es para mí.
(Me llaman señorita porque con las minis y las botas que me pongo no pueden llamarme señora).
El problema de estas acumulaciones insensatas es que hay que estar vigilante de la fecha de caducidad. A veces, como este mes, se me echa la fecha encima y me veo comiendo cada día dos envases de garbanzos, lentejas o alubias. Aún me quedan quince carretillas que caducan el 25 de este mes: con comerme una cada día consigo salir del paso. Hace años me preguntaba si seré oligofrénica, pero desde hace un tiempo ni siquiera tengo que hacerme la pregunta.