Marzo 2023


DIECIOCHO AÑOS después de venirme a Madrid, ya he llegado a la situación de extrema marginalidad que me imaginaba cuando salí de Lauros con un proyecto imposible, pues imposible es pretender que las personas abandonen el nosotros que les han enseñado sus padres, por falso y estrecho y dañino que sea este. Anteayer, mientras leía a Judith Butler, pensaba que ella era como yo: los dos nos montamos una película racional-ilustrada en la soledad de tres gatos, los dos nos ponemos a decir con alegría fuera etnias, fuera naciones, fuera pueblos, fuera géneros, fuera sexos, fuera credos... pero luego resulta que en la calle, lejos de tu biblioteca y tus tres gatos, la gente insiste en ser alemán, en ser gitana, en ser cristiano, en ser macho, en ser hetero, en ser negro, en ser escocés. Es el momento en que caes en la arrogancia intelectual: lo que pasa, te dices, es que el ser humano es una raza de mono de muy baja calidad. Y te quedas muy descansada.