TENGO INSTINTOS contrapuestos, por una parte el instinto cristiano, que es una animalidad bondadosa; por otra el instinto izquierdista, que es más racional y de clase; por otra el instinto de la ambición, de querer ser Victor Hugo, que es sin duda un instinto aristocrático y de derechas, y por último el instinto individualista, anti-nosotros. Estos dos últimos instintos a veces se llevan mal con mi parte cristiano-izquierdista.
La consecuencia es que el blog parece un galimatías escrito con cuatro manos, cuatro plumas y cuatro cerebros que se pelean entre ellos. Pero yo no lo veo una contradicción: veo más bien que dentro de cada uno de nosotros coexiste un incendiario y un bombero, un rebelde y un policía, un budista y un carnívoro, con sus personajes intermedios, y el escritor no debe tratar de que ganen unos frente a los otros, mucho menos de volverlos coherentes, sino que tiene que darles de comer a todos, según la hora en que se lo pidan o lo reclame su estómago.