Mayo 2022


CON EL paso de los años voy comprendiendo por qué me pongo Batania, neorrabioso, Vanessa, Pedacito... La personalidad es una construcción; aunque no se puede partir de cero, aún queda mucho margen para crearla en una persona como yo, donde ha fracasado cualquier intento de socialización. Las posibilidades de dirigirme en cualquier dirección siguen siendo grandes para un ser tan variable como yo, incluso con 48 años. Por eso me molesta el sectarismo de algunos de mis escritos, en los que me dejo arrastrar por mi temperamento, cuando en realidad no soy así: en mí no existe casi nada que haya solidificado. Si hubiera continuado Iratxe conmigo, habría hecho siempre lo que ella dijera, como hice durante diecisiete años, feliz de la vida, encantado de mi dramática falta de personalidad. En el fondo más hondo no soy más que un sofista y un dramaturgo: podría interpretar cualquier papel, de rana o tulipán, de princesa o samurai, lo mismo a favor o en contra.