TRATO de avanzar hacia el cero, pero el fardo de mi pasado pende sobre mi cabeza. Pienso por momentos que ya no creo en nada, pero conservo una suerte de optimismo animal que me impide entregarme por completo a la escuela del yo-me-lavo-las-manos. Llevo ya a帽os donde me he dado cuenta de que el idiota, entendido idiota en el sentido griego de “persona que no participa en los asuntos p煤blicos”, es el verdadero benefactor de la humanidad, el 煤nico que se salva de las sectas destructivas y el 煤nico que conserva el despacio en esta pesadilla de velocidad que nos lleva al desastre, pero cuando llega la hora de la verdad no estoy preparada para tanta inteligencia, y descubro que yo misma conservo toneladas de animalidad que me ruegan participar, intervenir y, en pocas palabras, volver a incurrir en la rueda de las equivocaciones...