COMO YA llevo casi dos años viviendo en otro lugar de Carabanchel, esta mañana he cambiado de centro médico, lo que significa que igual ahora me ha tocado uno de verdad, después de nueve años en que me correspondió el Centro Médico de Abrantes, que carece de personal suficiente y solo tiene de centro el nombre. ¿Te han contado que en Madrid existe sanidad pública? En Madrid igual sí, pero en Abrantes no. La dos veces que cogí la gripe cuando vivía en esa zona tuve que acudir a la farmacia más próxima y decir “por favor, denme algún antibiótico para la gripe”, pues tu centro médico solo está para las urgencias o enfermedades a largo plazo. Si en Abrantes pides cita un lunes, te la dan para el viernes; si tienes turno para las 9:00, entras a las 13:30, y si llamas por teléfono a recepción, jamás te cogen. Entre los sucesos más dantescos de mi extraña vida figura el de dirigirme a ese centro, tras notificarme el hospital 12 de Octubre que tenía una neumonía por COVID en el pulmón izquierdo, con un folio DIN A3 en las manos donde llevaba escrito “TENGO NEUMONÍA COVID: NECESITO EL PAPEL DE LA BAJA”, jajaja, y la peña apartándose mientras me aproximaba al mostrador, saltándome la fila, pues me fue imposible conseguir la baja vía telefónica (nadie cogía mis llamadas). En fin, qué paz haberme librado de ese centro, que era como vivir con un pie en el ataúd. El nuevo centro no lo conozco aún, pero por lo pronto, a cuenta del dedo que se me queda en gatillo, ¡me han dado cita para mañana mismo!, por lo que todavía estoy frotándome los ojos, mirando por todas partes para encontrar la cámara oculta, pues debe tratarse de alguna inocentada.