ME COMPR脡 mi primer kilo de cerezas de la temporada y a la hora en que escribo ya est谩n en mi est贸mago. Tengo dos ant铆dotos que nunca me fallan cuando la soledad muerde: me voy al parque o me voy a la fruter铆a.
No hay que regalar tu soledad a nadie, salvo a personas que te aumenten la sensaci贸n de existir.