ME PARARON ayer dos secretas en la calle Jacinto Verdaguer:
—¿De d贸nde viene usted y ad贸nde va?
—Vengo de Arg眉elles y me dirijo a Abrantes.
—¿C贸mo? ¿De Arg眉elles hasta Abrantes?
—S铆... —respond铆 yo, casi tartamudeando—, ya s茅 que parece raro, pero es que me estoy poniendo gordo y he decidido acudir andando al trabajo.
No s茅 cu谩ntas veces me han parado secretas desde que estoy en Madrid, m谩s de una docena de veces seguro, sin duda demasiadas, como para sospechar algo raro. Tambi茅n es verdad que nunca me han molestado m谩s de un par de minutos, los que tardan en llamar a la centralita para que comprueben mi DNI, pero los perdones que me suelen ofrecer al final me dejan con la mosca detr谩s de la oreja: suelo pensar que estaban buscando a otro que se parece a m铆.
No hablo a humo de pajas. Hace unos siete a帽os me detuvieron otros dos secretas en la Avenida de Valladolid: estos no se mostraron respetuosos conmigo, sino que comenzaron a decirme "ya te tenemos" o "te vas a enterar, chaval" mientras comprobaban mi DNI, pero yo estaba tranquilo, porque solo existe una raz贸n por la que pueden detenerme, que es la de ser grafitero, y para eso tendr谩n que pillarme in situ haciendo una pintada, lo que no ha sucedido. De pronto, los agentes mudaron el semblante, hicieron comentarios de incredulidad ante el tel茅fono y, volvi茅ndose a m铆, me dijeron todo mansos y contritos:
—Mil perdones, de verdad. Te hemos confundido con otro. Es que eres calcado a un delincuente com煤n de los m谩s activos de Madrid, al que ya hemos detenido por lo menos cien veces.