QUIZÁ EMPIECE a construir pasarelas para licuar mi odiosa obra política, un poco a la manera de las centellas y los meteoros, pero quizá más largas y con otros nombres procedentes de mi aldeanismo constitutivo: quizá escriba nueces y avellanas, cebollas y zanahorias, cápsulas que hagan de eslabones entre unos pensamientos y otros con el fin de aligerar mi tendencia al pelmacismo. Tienen que estar empapadas sobre todo de humor, porque la intensidad se da por descontada en los escritos que proceden del cabreo.