DE 160 euros es mi última factura de Iberdrola: creo que después de los rebaños territoriales nada hay que odie más que este nuevo Caco eléctrico. Y encima pasé frío durante el mes de enero, porque decidí dejar la calefacción encendida a mis gatos las doce noches que duró la nevada, mientras yo me pasaba con el sistema de arrebujarme entre un montón de mantas. A mi piso le puse Maracaná en honor al estadio brasileño, el más grande del mundo, por la razón de que es mi primer piso de alquiler en Madrid que supera los 30 metros cuadrados, pero es tan frío y refrío que debí haberlo llamado Alaska, Siberia o Groenlandia.