Noviembre 2022

TUVE UN sueño con algunas vetas de realidad. Caminaba por la calle y se desató un incendio gigantesco; en un edificio en llamas se quedaron unos niños atrapados a los que no se podía llegar sin tomar grandes riesgos. Entonces un hombre con barriga y bocio considerables, la típica persona de orden, con cara de PNV, se dirigió a mí histérico mientras me señalaba con el dedo:

—¡Tú no tienes hijos ni mujer ni familia ni amigos ni nada, tú no le importas a nadie! ¡Eres tú quien tiene que salvarlos, qué más te da!

Entonces yo, idiota de mí, haciendo caso al requerimiento, me lancé entre las llamas a salvar a los niños, y pronto me di cuenta de que el fuego no me quemaba, de que avanzaba por el medio sin notar ninguna quemadura.

Ahí se acabó el sueño. No recuerdo haber salvado a los niños. Creo que ni llegué a ellos. Pero el fuego no me hacía nada.