Septiembre 2023


ME DICE una chica en Instagram que lo que a mí me pasa es que quiero ser Miss Vico. “Eso sí, una Miss Vico made in Taiwan”, me apostilla, jajaja, una copia de baja calidad, y ahí ha dado en el clavo: tengo el armario tan lleno de yoes y me he probado tantos distintos que al final he dejado de creer en los centros, en la verdad, en las cosas reales, y he sucumbido a la tentación de adentrarme en la gelatina, en lo dudoso, en lo paródico: en lo mamarracho. Tirando de este hilo me he acordado de Juan Ramón Jiménez, que sostenía que los narcisistas como él (vale también para mí) no se enamoran de sí mismos “sino de la mujer ideal que todo hombre superior lleva física y moralmente, espiritualmente dentro de su propio ser”, de modo que según JRJ, traducido a maricrónico, la mujer de la que me obsesiono es una que va cambiando de nombre (Iratxe, Natalia, Miss Vico), pero resulta que soy yo o coincide con la que desearía ser.